LA VERGUENZA AJENA

Tengo un problema, existen personas que son buenas conductoras de la electricidad, yo soy buen conductor de la vergüenza de otros. Me pregunto, ¿por qué tengo que hacerme cargo yo de una vergüenza que el otro debería tener?

Está por ejemplo el cantorcillo valiente. Este ser es un cantante frustrado y busca lugares cerrados, donde escapar es imposible, para mostrar precisamente el porqué nunca llegará a ser un cantante de verdad. En los colectivos, en los consultorios, en los ascensores! . En el colectivo el tipo irradia vergüenza cantando a viva voz, y todos se hacen los desentendidos, pero estoy seguro que más de uno le pegaría un tiro si fuera legal. A mí me da ganas de sacar 5 pesos y decirle: tu silencio 1 hora, te lo compro, seguí escuchando a Ricky Martin, a Lady Gaga, lo que quieras, pero te pago 1 hora sin anunciarlo a los cuatro vientos, son 5 pesos,  no vas a hacer más que esto con la forma como cantas. Pero luego pienso que se aprovecharían y entrarían a los colectivos diciendo: Yo vengo a pedirles una colaboración, yo bien podría robar o drogarme en la calle pero en lugar de eso trabajo honestamente y no voy a parar de cantar hasta que no me paguen. ¡NO HERMANO, ROBAME ALGO, SACA UNA PISTOLA, TOMA UN FASO! ¡No cantes!

Está también la estudiante afirmadora compulsiva. Esta chica en cuestión se la pasa asintiendo lo que los profesores de la clase dicen, como queriendo hacernos saber al resto que ella “si entiende” y que ella “ya sabía de antes lo que el profesor explica”. La vemos hacer “si” con la cabeza aunque el profe diga alguna idiotez como: “Entonces se encontraron obras de arte pintadas claramente por zarigüeyas, animales por demás artísticos” y ella estará emitiendo sonidos como: Aja, aja, si, si, mmm, mmm. ¡Qué vergüenza!

Otro espacio donde siento mucha vergüenza ajena, y sé que sonaré como una mala persona, es en los velorios. Pero no puedo evitarlo, obviamente acompaño en el sentimiento a los dolientes, me causa mucha angustia lo que haya sucedido, pero cuando alguien rompe a llorar o un niño pregunta algo como: ¿PORQUE LA TIA ESTHER NO SE MUEVE?  Me dan ganas de meterme al cajón yo.

Igual creo que ahora la clave del éxito mundial está en hacer sentir vergüenza a los demás, sino ¿cómo se explica que Wendy Sulka, Delfín hasta el fin o la tigresa del oriente, triunfen como triunfan? Si eso es lo que el mundo considera genial, todos deberíamos ir donde nuestras abuelas y pedirles: Abuela, ponte este entallado de leopardo ajustado, y cántame los consejos que me dabas cuando empezaste a perder la cordura (a saber: sé más amigable, no seas egoista y obviedades de ese estilo).

Entonces, muchos actores y actrices del mundo pensaron lo mismo, que el éxito se consigue a través de la vergüenza  y decidieron que ya no iban a hacernos pasar un momento agradable en las obras, sino pequeños infiernos. Así el máximo exponente de la vergüenza ajena es el actor con el dedo en el  culo. Este ser, hombre o mujer (indistinto) actúa lo que sea como si lo estuvieran sodomizando en el acto, ponen cara de sufridos, dicen frases como: “Yo dibujo ventanas” afligidos por los tormentos de la humanidad, hasta diálogos como: “Pedro, me voy a tomar té donde Manuela” lo dicen como si dijeran:
“Padre, por qué me has abandonado”,

Se pasan por la cabeza cosas como: soy tan profundo que ya no puedo ver la luz al final del túnel, ¡soy el poeta más maldito! ¡Yo me entrego al arte! Miren como me desgarro las vestiduras! Miren como me arranco la piel, porque soy extremo! No protego mi cuerpo y lo mutilo en escena! Me desnudo y te miro a los ojos así en pelotas y lloro! LLORO Y ME EXPONGO COMO LA CRIATURA HUMANA PROFUNDA QUE SOY!. Ok, ok, pará un poquito, cómo explicarte que tu director te hizo creer todo eso porque te quería coger y si no era a vos era a un miembro de tu compañía, actorcillo, reacciona, respira, baja dos cambios y dime si de verdad no notas que ¿no me pasas nada más que vergüenza? Y ya suficiente con la que tengo acumulada en los colectivos!